Desde hace muchos años el olivar es el cultivo principal en varias zonas de España, especialmente Andalucía. No obstante, actualmente se está viviendo una revolución agrícola en la olivicultura extendiendo este cultivo a la mayoría de comunidades entre las que destaca Castilla-La Mancha, Extremadura y Cataluña, donde el olivar va tomando cada vez más fuerza con sus diferentes modalidades de plantación, obteniéndose aceite de oliva en casi todos los territorios de España.

El olivar tiene diferentes técnicas de plantación muy determinadas por la accesibilidad de agua (riego o secano), el desnivel de la superficie donde se cultiva y su orientación respecto al sol.

Olivar tradicional

Es el olivo en su estado más antiguo y, por tanto, mejor adaptado al clima, terreno y cuidados que se le aporten tradicionalmente. Representan la típica estampa de un olivar tradicional: hileras espaciadas de grandes olivos centenarios en tierras no aptas para otros cultivos más rentables como los cereales.

Su producción suele estar limitada ya que el número de olivos por hectárea suele ser bastante bajo (en torno a 100 olivos). Si a esta reducción de producción de aceitunas le sumas que casi todas las tareas suelen ser manuales y por tanto requieren de mucha mano de obra que por lo general suele ser cara, este modelo se caracteriza por aportar poco beneficio al agricultor.

La recolección suele ser manual. Es el habitual en España, Italia y Portugal. La progresiva profesionalización del mundo rural está provocando el cambio de este tipo de plantaciones a uno de los dos siguientes tipos de plantaciones de olivar.

 

Olivar intensivo

La progresiva profesionalización en la actividad agraria está provocando una búsqueda constante de rentabilidad a través del valor añadido y el rendimiento. Si a este hecho le sumas la falta de mano de obra para las diferentes tareas, muchos agricultores han ido planteándose otro tipo de olivares diferentes del tradicional. De ahí que prácticamente el 100% de las nuevas plantaciones descarten el olivar tradicional pasando a este tipo de olivar intensivo o al superintensivo.

La renovación del olivar tradicional pasa muy frecuentemente por instalación de una plantación intensiva, suponiendo con ello un importante impulso a la rentabilidad de explotaciones, con el aumento de una mayor producción de aceite de oliva.

Con este sistema aumenta significativamente la densidad de olivos en la superficie pasando a 200-500 olivos por hectárea, dependiendo el marco de plantación utilizado, siendo los más comunes los marcos 7×7 metros, 8×4 metros y 7×5 metros.

Las variedades más comunes para esta modalidad de plantación son Hojiblanca, Picual y Arbequina, entre otros. Aunque con buenos cuidados se puede obtener cosecha al quinto año, lo habitual es que este en pleno rendimiento a los siete años.

A diferencia del olivar tradicional casi todas las tareas están mecanizadas, reduciéndose significativamente la necesidad de mano de obra. Para realizar la recolección se utilizan máquinas vibradoras.

 

 

Olivar superintensivo

La singularidad de este tipo de cultivo es su disposición en forma de seto. Las plantaciones de olivar en seto han tenido en los últimos años un auge sin precedentes, gracias a su alto grado de mecanización y una rápida entrada en producción.

Los marcos de plantación del olivar superintensivo han ido evolucionando hacia densidades cada vez más altas. En un principio lo habitual eran plantaciones con 1.500-2.000 olivos por hectárea. En la actualidad esta cifra alcanza ya casi los 3.000 árboles por hectárea, gracias a la incorporación de nuevas variedades menos vigorosas, tales como Arbequina, Arbosana, Lecciana, Koroneiki, Oliana y Sikitita.

Otro motivo de éxito de este tipo de plantaciones es la total mecanización del cultivo. Gracias a la introducción de sistemas de poda mecanizada y recolección mediante máquinas vendimiadoras adaptadas a olivar, los costes de explotación y la dependencia de mano de obra se han reducido considerablemente.

 

 

La implantación de este tipo de cultivo está muy condicionada con las condiciones hídricas de la parcela. De este modo, si ésta es de secano, la producción se reduce considerablemente. Sin embargo, con acceso a riego la producción de esta parcela puede llegar a duplicarse.

Aunque pueda parecer que todos son ventajas también hay que tener en cuenta el importante desembolso económico que se precisa para su plantación. Asimismo, su desarrollo está muy condicionado por la cantidad de agua disponible.

Además, la producción plena se consigue en tan solo 5 años, pero habrá que tener en cuenta que, en 20 años, si no se ha hecho una buena gestión en la poda y un control del vigor de los árboles correcto, la vida de estas plantaciones puede llegar a su fin.

Otra de las consideraciones a tener en cuenta es el mayor número de enfermedades a los que están expuestos, provocado en gran parte por la falta de aire entre árboles e iluminación.

En la comarca donde se ubican las cooperativas asociadas a Oleoestepa conviven los tres tipos de cultivo, siendo mayoritario de forma significativa el modelo intensivo, desgraciadamente de secano derivado de la habitual escasez de agua.

Si quieres saber más sobre estos tipos de plantaciones te invitamos a visionar las interesantes conferencias realizadas en el marco de Encuentros Oleoestepa, un ciclo de sesiones técnicas para la divulgación de los últimos avances en la olivicultura.

+ info: https://bit.ly/3cdAqnf

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